divendres, 6 d’abril del 2012

Willian Fitzimmons | You Still Hurt Me


Por algún motivo aquel día terminé en Porto. Por algún otro motivo hoy lo he recordado. Mientras tomaba un café y esperaba, no sabia muy bien a quien, me fijé irremediablemente en la escena que transcurría en la mesa de delante. Un padre con dos hijas y un hijo, todos preparados para comer, para "almoçar". Los dos más pequeños jugaban juntos y el hombre de la camisa, el Padre, jugaba con la hija mayor a un juego de manos que, por descontado ni recordaba, su hija se reía y le re-enseñaba a ser niño por un instante. Cuando reía se le veían los pocos dientes que le quedaban en las encías y miraba a su padre imprimiendo aquel amor tierno e inocente, que ella aún no lo sabe, pero tiene delante al hombre que más va a amarla en toda su vida y que, a pesar de ser ateo, cuándo la ve dormir por la noche, con los cabellos castaños deslizándose por la espalda, reza para que ella nunca tenga que sufrir.

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